Luego de quedar a un triple de conectar la escalera el pasado sábado, el maracayero amaneció ayer, por primera vez desde el 8 de abril, por encima de los potros de .300 de AVG y .850 de OPS (porcentaje de embasado más slugging).
Cabrera conectó 13 hits (un solo jonrón) en 69 turnos (.202 de AVG) en sus primeros 16 juegos para mostrar su acostumbrado nivel en los 22 encuentros siguientes: 34 de 91 (.375 de AVG) con seis jonrones y 30 remolcadas.
Semejante resurrección se ha debido básicamente a la capacidad que ha tenido de eliminar la extrema vulnerabilidad a las rectas que mostraba al inicio de la campaña.
En sus primeros 16 encuentros promedió .174 de AVG ante ese tipo de envíos y desde entonces el derecho ha exhibido un robusto .312 de AVG ante esos lanzamientos.
“¿Qué esperaban? Miguel iba a despertar algún día”, dijo el jardinero de los Tigres de Detroit, Torii Hunter, el pasado viernes al Detroit Free Press.
El despertar al que se refiere el norteamericano ha llevado al criollo a terrenos ampliamente conocidos para un triplecoronado como él.
Cabrera era hasta ayer el segundo toletero con más remolcadas de la Liga Americana con 37 y el tercero con más jonrones en su circuito en el mes de mayo.
Su promedio al bate era de .305, robusto para muchos, pero todavía por debajo de su nivel vitalicio (.320, el segundo mejor activo detrás del .322 de Joe Mauer, de los Mellizos de Minnesota).
Y mientras el bate de Miguel se levanta de su leve siesta, algunas marcas criollas también comienzan a temblar.
El derecho estaba ayer a solo dos dobles de empatar a Magglio Ordóñez como el cuarto criollo con más tubeyes en MLB (426) y a 27 cuadrangulares de alcanzar los míticos 399 jonrones de Andrés Galarraga, máxima cifra vitalicia entre criollos en Grandes Ligas.
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